“Creo que estamos en una nueva era en la que el clima espacial puede llegar a ser tan influyente en nuestra vida cotidiana como el clima terrestre común”, ha afirmado Richard Fisher, jefe de la División Heliofísica de la NASA“.
El Sol está despertando de un profundo sueño y en el próximo año esperamos ver niveles mucho más altos de actividad solar. Al mismo tiempo, nuestra sociedad tecnológica ha desarrollado una sensibilidad sin precedentes a las tormentas solares”.
No se ha observado ninguna tormenta solar durante la era espacial. Sin embargo, en 1859 una gran erupción desencadenó una tormenta solar conocida como tormenta de Carrington, que fue considerablemente fuerte. Muchos científicos creen que es solamente cuestión de tiempo que se produzca otra supertormenta.
Según una simulación por ordenador, si la atmósfera de la Tierra recibe un golpe de energía solar, se llenaría de electrones con altos niveles de energía con una aceleración cercana a la velocidad de la luz.
Esto dificultaría la acción de los satélites en órbita terrestre baja: no caerían del cielo tras una supertormenta, pero empezarían a fallar con mayor rapidez que lo que sugerían simulaciones anteriores.
«A la conclusión que llegamos con nuestros cálculos es que una tormenta muy fuerte reduciría hasta diez veces la vida de un satélite en órbita terrestre baja», afirmó el director del estudio Yuri Shprits, geofísico de la Universidad de California (Los Ángeles).
A pesar de que se trata de estudios preliminares, Shprits cree que muchos de estos satélites se perderían a los pocos años de un acontecimiento como éste. Es más, según la simulación el efecto podría durar hasta diez años. Ya con anterioridad se habían registrado fallos en los satélites durante tormentas solares, pero el peligro solía desaparecer a los pocos días.
En el caso de una supertormenta sería distinto, porque los electrones y otras partículas expulsadas por el Sol se acelerarían después de penetrar en los cinturones de radiación de Van Allen. Los cinturones de Van Allen son dos anillos (uno está dentro del otro) donde se concentran las partículas cargadas y que rodean nuestro planeta.
Según la simulación, las ondas electromagnéticas acelerarían un gran número de electrones en el cinturón.
El equipo simuló una tormenta solar mayor que las llamadas «tormentas de Halloween» de 2003 para investigar el efecto que el flujo de electrones tendría en los satélites en órbita baja terrestre.
Estas ondas forman una región del espacio situada justo encima de la plasmasfera, una especie de burbuja magnética protectora donde se acumula plasma o gas cargado de electricidad.
Normalmente es muy difícil o imposible que se produzca tal aceleración de los electrones debido a que la alta densidad del plasma evita que las ondas interactúen con las partículas.
Sin embargo, una tormenta de gran tamaño erosionaría la plasmasfera, que se reduciría hasta tal punto que las ondas podrían acelerar los electrones.
Según los cálculos, tras varios años la densidad del cinturón interior recuperaría la normalidad, pero hasta ese momento los satélites que crucen el cinturón podrían ser dañados por electrones con un alto nivel de energía.
«Es muy difícil protegerse de ellos», comenta Shprits. «Atraviesan la barrera y en los semiconductores pueden crear oleadas eléctricas que dañan los satélites». De acuerdo con el director del estudio, las comunicaciones o los satélites militares son los que se ven más afectados porque pasan a través del cinturón interior.
Richard Behnke, científico de la Fundación Nacional para la Ciencia (National Science Foundation), afirma que el nuevo estudio podría ayudar a mejorar las predicciones sobre el clima espacial y a diseñar estrategias relacionadas con los satélites.
«Si se produjera una supertormenta solar no dudo de que tendría un gran impacto en la vida de los satélites», Janet Green, investigadora del Space Weather Prediction Center (Centro de predicción del clima espacial) de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, definió la nueva simulación como «un primer paso muy necesario» para prepararse para una supertormenta solar.
La simulación muestra que «es posible que los satélites estén amenazados durante las supertormentas». Advirtió, sin embargo, que se basa en muchas suposiciones y simplificaciones que tendrán que probarse.
Shprits señaló que la misión de la NASA Radiation Belt Storm Probe («sondas espaciales del cinturón de radiación»), que será lanzada en 2013, ayudará a los científicos a comprender cómo reciben energía y se difunden las partículas del cinturón de radiación en la Tierra.
"Más vale quedarse aquí y esperar, a lo mejor se calma la tormenta y
se despeja el cielo, y entonces podremos encontrar el camino por las
estrellas". Aleksandr Pushkin
"End of transmission"
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