domingo, 5 de enero de 2020

BIOFILOSOFIA EN LA MATRIX


"La civilización es el holograma de una conciencia cósmica". Alfredus del Bajo

En las entrañas del hiperconsumismo globalizado, se adivina una añoranza soterrada y muy oculta por el régimen puramente esclavista propio a la Caverna de Platón, que los grandes países aplicaban en sus colonias. Si la realidad está por encima de la idea y dicha realidad es la única verdad tangible, de nada sirven las palabras y las instituciones de opereta que representan bonitas ideas que no se materializan. De nada sirve la trova servil de los tenores que ocultan la tragedia de la Tierra y sus pobres -en el sentido literal- habitantes. Por eso mismo, cuando escribí MATRIX MIRAFLORES, quise poner de relieve la búsqueda de una nueva filosofía para que la humanidad trate de entender que hay otra realidad más allá de la que percibimos. Cierto es que ya hay una serie de agravios a nuestra realidad que son irreversibles. No voy a detallar estos agravios, traspasados ya los abusos, porque muchos lo han hecho con mucha más autoridad que yo. Pero ante el abismo que se abre a nuestros pies, todavía hay un margen para pensar qué se puede hacer. Ciertamente, solamente los humanos pueden escoger de manera consciente y libre entre diversas posibilidades de actuar ante algo y esa elección siempre tiene consecuencias. La responsabilidad pues, es una consecuencia de la libertad. Aquí ya podrían ponerse los primeros reparos. Uno sería de orden neurocientífico y otros de orden práctico, ya que el humano es un ser totalmente mediatizado por sus circunstancias (sean estas las que fueren) de manera que el “yo” está indisolublemente unido a su circunstancia. Además, el propio “yo” “es una ilusión que aísla al sujeto de su entorno, haciéndole creer que tiene una autonomía que no es real”. Esas dos objeciones ponen ya en entredicho la universalidad de la responsabilidad. Hecha la salvedad de la conciencia de esas deficiencias y que toda filosofía ha devenido en biofilosofía. Esta formulación primigenia y fuerte no debemos tomarla como un rechazo del progreso tecnológico. Más bien al contrario. Debemos promover, adecuar e inventar nuevas tecnologías para tratar de salvar lo que se pueda de este maltratado planeta. Hay que tener en cuenta que la ciencia ofrece y la tecnología demanda. Y hoy la demanda urgente es de tecnologías salvadoras del planeta; apartando prejuicios, superando supersticiones. La razón juega un papel más importante aún porque el miedo racional, será a buen seguro un aliado fundamental para salvar lo que quede de nuestro mundo. Nadie quiere morir y el hombre, lobo para el hombre, es quien maquina acabar con su propia especie. Tenemos un ejemplo claro. Tras la II Guerra Mundial, en la que en sus horas postreras emergió el poder nuclear, surgió una gran desazón en el mundo. Al extenderse y perfeccionarse hasta límites insospechados, dicho poder nuclear y el terror que inspira, ha sido y sigue siendo el mayor factor de estabilidad. Porque la III Guerra Mundial no estalló en su momento y no estalla por el terror egoísta a perder todo y a morir que tienen los poderosos. Solo el miedo vence a la codicia y al egoísmo. Solo en el miedo, incluso en el terror, radica la verdadera salvación. Tristísima conclusión que surge del conocimiento biológico del hombre. Decía que la filosofía es hoy biofilosofía y ello no es una osadía de visionario. Los últimos avances en neurobiología, nos invitan a pensar en la posibilidad de un humano de naturaleza distinta del anterior, un humano conectado con su Matrix cósmica.


"End of transmission".



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