viernes, 10 de mayo de 2019

LA SUPERPOSICION DEL TIEMPO


"Si el espacio es infinito estamos en cualquier punto del espacio. Si el tiempo es infinito estamos en cualquier punto del tiempo" Jorge Luis Borges


Al seguir las letras de Borges, puede verse que van más allá de lo literario. Sin saberlo, quizá Borges se adelantó a su tiempo y pensaba en algo mucho más fundamental, que el tiempo se bifurcaba y/o se superponía. La superposición cuántica es un principio fundamental de la mecánica cuántica que sostiene que un sistema físico, por ejemplo un fotón, existe simultáneamente en varios estados a la vez (onda y partícula), si bien cuando se le intenta medir, pierde esa condición múltiple y se concreta en uno de sus estados posibles. La superposición implica que los fotones pueden ser todas las cosas —en todos los estados y lugares— al mismo tiempo y que no obedecen
las leyes de causa y efecto. La cuántica utiliza compendio de reglas y procedimientos matemáticos y obtiene excelentes resultados al comparar su predicciones con los experimentos. A pesar de su éxito como herramienta de cálculo, esta teoría requiere suposiciones que no son familiares para nuestra comprensión “macroscópica” del universo. Partículas superpuestas en varios estados a la vez, cuya posición y velocidad no pueden ser medidas al mismo tiempo, fuciones de onda, densidades de probabilidad, etc. Es por esto que se han desarrollado una gran cantidad de interpretaciones para entender qué pasa en el universo cuántico de una manera un poco más familiar al sentido común. Todas estas interpretaciones hacen suposiciones mucho más trascendentales que la cuántica y que, incluso, van más allá de las herramientas matemáticas metiendose en asuntos fuera de la frontera de la ciencia. Así, actualmente, estas interpretaciones conforman gran parte de la metafísica moderna y no se ha decidido una u otra como verdaderas simplemente porque no son decidibles: se puede escoger cualquier interpretación sin perder los mismos resultados que prevee la cuántica como herramienta matemática. Como expliqué en posteos anteriores, la mecánica cuántica plantea la idea de que una partícula puede coexistir en varios estados simultáneamente (por ejemplo, seguir varios caminos a la vez) siempre que no sea medida. Es la idea central de la teoría. Justo en el momento de que alguien observa la partícula, ocurrira un fenómeno llamado “colapso de la función de onda” o “decoherencia” , es decir, la partícula deja de estar en la superposición de estados o de ir por todos los caminos a la vez y se comporta como si hubiera estado, todo el tiempo, en uno sólo. Una vez que se “rompe” la coherencia, la partícula sigue su evolución en el tiempo sin saber que en algún momento en el pasado estuvo entrelazada y convivía simultaneamente, en otros estados. Así, se ha bifurcado su camino, ya no volvera a saber de los otros. Una vez se rompe la coherencia ya no ha paso atrás, el proceso es irreversible. Se logró mostrar que una molécula tan grande como un Fullereno , compuesto por 60 átomos de Carbono (unas mil partículas) también podía estar, simultaneamente, en un estado coherente: vivir simultaneamente en infinitas historias antes de ser observado. Es decir, se consiguió que esas mil partículas no se “observaran” entre ellas y siguieran conviviendo en coherencia. Así, no queda claro que tan pequeño se debe ser para ser considerado “cuántico”. Entonces, se volvió más ambigua la diferencia entre observador y objeto medido. Ambos podían ser arbitrariamente grandes o arbitrariamente pequeños. De esta manera, se puede pensar que no sólo las particulas “cuánticas” se encontraban en una superposición de estados sino también lo estaría el observador pues él tambien está hecho de partículas elementales.


"End of transmission"




















No hay comentarios:

Publicar un comentario