miércoles, 26 de diciembre de 2012

EINSTEIN, UN CEREBRO RELATIVISTA



Siempre se dijo que Albert Einstein poseía un talento más allá de nuestros razonamientos, que su mente era superior, pero ¿Era su cerebro normal, tan normal como el de cualquiera, ó poseía algún rasgo distintivo que le hacía más inteligente?
Un nuevo estudio de la Universidad Estatal de Florida realizado a partir de la observación de la corteza cerebral del físico ha descubierto unas características únicas que podrían diferenciarlo de la mayoría de la gente, una diferencia en la que podría encontrarse la clave de sus extraordinarias capacidades cognitivas.
El equipo de la antropóloga evolucionista Dean Falk describe por primera vez en la revista «Brain» la corteza cerebral entera de Einstein a partir del examen de catorce fotografías recientemente descubiertas. Los investigadores compararon el cerebro del genio con otros 85 cerebros «normales» y, a la luz de los actuales estudios de imágenes funcionales, señalaron las características que parecían inusuales.

«Aunque el tamaño y la forma asimétrica del cerebro de Einstein eran normales, el prefrontal, el sistema somatosensorial, el córtex motor primario y las cortezas parietal, temporal y occipital eran extraordinarias», afirma Falk. Estas diferencias «pueden haber proporcionado las bases neurológicas de algunas de sus habilidades viso espaciales -la capacidad de distinguir por medio de la vista la posición relativa de los objetos en el espacio- y matemáticas, por ejemplo».
"En cada lóbulo" (incluyendo los frontales, parietales y occipitales) "hay regiones excepcionalmente complicadas en sus circunvoluciones", dice Falk. En cuanto a las áreas ampliadas vinculadas a la cara y la lengua, Falk cree que se relacionan con la famosa cita de Einstein de que su pensamiento era a menudo "muscular" en lugar de verbal. Aunque este comentario se interpreta generalmente como una metáfora de sus experiencias subjetivas al pensar en el universo", puede ser que Einstein usara la corteza motora de manera extraordinaria", vinculada a la conceptualización abstracta, dice Falk.
Albert Galaburda, un neurocientífico de la Universidad de Harvard, considera que "lo bueno de este trabajo es que da a conocer toda la anatomía del cerebro de Einstein en gran detalle." Sin embargo, añade Galaburda, el estudio plantea "cuestiones muy importantes para las que todavía no tenemos respuesta." Entre ellas, está por ver si Einstein comenzó con un cerebro especial que lo predispuso a ser un gran físico, o si el estudio de la física causó que ciertas partes de su cerebro se expandieran.

El genio de Einstein, especula Galaburda, probablemente se debió a "una combinación de un cerebro especial y el ambiente" y por eso los investigadores ahora tratarán de compararlo con los de otros físicos talentosos para ver si sus características eran únicas o también se observan en otros científicos.
Falk supone que tanto la naturaleza como la educación fueron decisivas, pues los padres de Einstein eran "muy enriquecedores" y lo animaron a ser independiente y creativo, no sólo en la ciencia sino en la música; le pagaron clases de piano y violín (en 2009, Falk publicó que una región del cerebro relacionada con el talento musical estaba muy desarrollada en Einstein).
A la muerte de Einstein en 1955, su cerebro fue recuperado y fotografiado desde múltiples ángulos con el permiso de su familia. Además, se seccionó en 240 bloques de la cuales se prepararon cortes histológicos. Por desgracia, la gran mayoría de las fotografías, los bloques y las diapositivas se perdieron de vista del público durante más de 55 años. Las catorce fotografías utilizadas por los investigadores están ahora en manos del Museo Nacional de Salud y Medicina en EE.UU.

La nueva investigación también publica la «hoja de ruta» para el cerebro de Einstein preparada en 1955 por el doctor Thomas Harvey para ilustrar la ubicación dentro del cerebro de los 240 bloques disecados de tejido, lo que proporciona una clave para localizar los histológicos dentro del cerebro del genio.

"Einstein programó su propio cerebro", Dean Falk (antropóloga evolucionista)

"End of transmission".








 

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