Cuanto se ha escrito acerca de la vida extraterrestre y sus posibilidades de encontrarla, sea esta inteligente o no. Cuanto necesitamos no estar solos en este Universo. Según un análisis bayesiano la vida en la Tierra es consistente con que ésta sea rara en el resto del Universo, aunque no necesariamente sea así.
En los sitios en donde la contaminación lumínica todavía no ha destruido nuestra visión del cielo nocturno podemos apreciar 2000 estrellas a simple vista. Pero por cada una de esas estrellas hay millones en nuestra galaxia. Es fácil asumir que, dado el gran número de estrellas en la Vía Láctea, tiene que haber vida inteligente en algún lugar.
Sin embargo, no es fácil saberlo. Para evaluar esa posibilidad Frank Drake propuso en los sesenta su famosa ecuación mientras estaba en la Universidad de California en Santa Cruz.
En esa ecuación se evaluaba paso a paso la posibilidad de vida y se pretendía determinar el número de civilizaciones en nuestra galaxia, mediante la división del problema en problemas más pequeños. Cada problema individual era un factor en la ecuación. Pero en aquella época casi todos los factores eran desconocidos. No se tenía ni idea, por ejemplo, de la fracción de estrellas con planetas.
En los últimos años hemos empezado a saber algunos de esos factores, casi todos ellos astrofísicos. Así por ejemplo, hemos descubierto más de medio millar de exoplanetas ahí fuera.
Pero los términos biológicos o antropológicos son más difíciles de saber. Si descubriéramos un segundo génesis en el Sistemas Solar, además de ser absolutamente fascinante, nos permitiría inferir las posibilidades reales de que surja vida en un planeta.
La verdad es que contamos, de momento, con sólo un ejemplo de vida. Por tanto, los astrofísicos se dividen entre los que creen que es fácil o inevitable que surja la vida y los creen que no. Y entre los primeros los hay que sostienen que la vida compleja o la inteligencia es inevitable y los hay que piensan lo contrario.
La realidad es que muchos de los factores de la ecuación de Drake son meras especulaciones, así que la estimación de las posibles civilizaciones de la galaxia va de 1 a 10.000 civilizaciones según las interpretaciones. Incluso puede que haya muchas de esas civilizaciones a lo largo de la historia de la galaxia, pero que no coincidan en el tiempo porque duran poco debido a su propia estupidez.
Un factor importante es saber si en un planeta de tipo de terrestre en la zona de habitabilidad es inevitable o no que surja la vida inteligente. La estadística que tenemos es de sólo un caso sobre uno. Por tanto la Estadística tradicional no nos puede decir nada al respecto, pero ¿y la Estadística Bayesiana?
Muchas veces la Estadística Bayesiana puede decir algo cuando el tamaño de la muestra es tan pequeño que la Estadística Estándar no puede, ¿que nos dice en este caso?
David Spiegel y Edwin Turner, de las universidades de Princeton y Tokio respectivamente, han aplicado precisamente un análisis bayesiano al asunto.
Según ellos la aparición de la vida sobre la Tierra es consistente con que la vida sea extraordinariamente escasa en el Universo, aunque a primera vista parezca contraintuitivo.
Según el razonamiento bayesiano podemos fácilmente engañarnos a nosotros mismos y creer que ciertos eventos son más frecuentes de lo que realmente son. Y el problema en este caso es que el origen de la vida está fuertemente influenciado por el hecho de que la podemos observar aquí. Pero se necesitaron 3500 millones de años para que apareciera la vida inteligente sobre la Tierra. Y si la vida necesita esa cantidad de tiempo hasta llegar a ese estadio entonces necesitamos un planeta en el que la vida apareció muy pronto si queremos que le dé tiempo a la evolución a crear seres inteligentes.
Pero que la vida inteligente surgiera en la Tierra no significa que una vez se den las condiciones sea inevitable que algo así se dé de manera natural en otros lugares. Nuestra propia existencia no apoya la vida en otros lugares, sólo que nosotros estamos aquí.
Este prejuicio es independiente de la probabilidad real de que la vida surja en un planeta habitable (que no habitado). Por tanto, si nos deshacemos de este condicionante resulta que la probabilidad real de aparición de la vida es consistente con que sea un fenómeno muy escaso. Es decir, que la vida apareciera al menos una sola vez en la Tierra es consistente con que sólo haya sucedido aquí, por lo que podríamos estar solos en la galaxia. Aunque tampoco significa que necesariamente estemos solos. Según todo esto, afirmar que hay vida en otros lugares es poco más o menos que afirmar la existencia de Dios u otros entes que están más bien basados en la fe que en la pruebas.
Es una creencia no es ciencia.
Lo interesante es que estos autores han hecho el cálculo de esa probabilidad y ésta puede cambiar si se hallan más pruebas o datos. Si se encuentran marcadores biológicos en la atmósfera de algún exoplaneta se puede recalcular la probabilidad de nuevo o acotarla. Si se encuentra un segundo génesis en la Tierra, Marte, Europa, Encelado o Titán también ayudaría a calcular esta probabilidad con mayor precisión.
La ecuación de Drake, aunque inútil, tiene la belleza de la simplicidad y que todo el mundo la entiende. No podemos decir lo mismo del análisis bayesiano.
En el fondo la única manera de demostrar que hay vida en algún otro lugar es encontrarla y para ello habría que buscarla. Bajo este punto de vista el resultado de estos investigadores no es más que sentido común.
"A veces creo que hay vida en otros planetas, y a veces creo que no. En cualquiera de los dos casos la conclusión es asombrosa". Carl Sagan
"End of transmission"
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