Como ha sido establecido en la teoría especial de la relatividad, y la ley de la conservación de la energía, las cantidades de masa-energía en el universo siempre fué y siempre será la misma.
La masa podrá convertirse en energía y viceversa, pero la cantidad total de masa-energía en el universo no cambiará.
Dados estos elementos sobre la mecánica cuántica en relación al planteamiento de que la última sustancia de la materia es la energía, de como el observador no es diferente del suceso porque el objeto medido no es separable completamente del experimentador, surge el nuevo paradigma, la nueva pauta de enfocar el modo de conocimiento, en el cual no hay división entre ondas y partículas, entre los cuantos y los campos, entre mente y cuerpo, entre lo mental y lo material, y que es aplicable a la conciencia, entendida esta como investigadora e interpretadora del mundo externo a nosotros.
Hay que tener en cuenta que las leyes estadísticas se aplican a la dinámica de partículas, la mecánica estadística, la termodinámica, así como la sociedad y la historia, en las que varias categorías de determinación contribuyen a producir cada suceso real y determinan la flexibilidad para establecer conexiones causales, por la pluralidad de causas y de efectos.
La probabilidad no es una medida de la ignorancia de los sujetos cognoscentes, sino una cierta tendencia objetiva de los acontecimientos.
En el nivel más primario que seamos capaces de imaginar, el universo es paradójicamente global e indiferenciado, con una unidad lógica que requiere una única invariancia que permanezca invariable frente a toda la complejidad y transitoriedad que observamos en la cotidianidad y de cuyas características de alguna forma surge la realidad de nuestra experiencia con unas características semejantes.
La mecánica cuántica ofrece una realidad más rica porque parte de las descripciones de la esfera atómica y al extenderse en distancias macroscópicas nos lleva a una realidad vinculada con la mente. Las ideas de la mecánica cuántica son muy sugestivas en cuanto la realidad sea un proceso de la mente, porque la existencia de los "estados cuánticos" explican diversos fenómenos en la naturaleza, desde las propiedades específicas de los elementos químicos, pasando por la estructura de las moléculas y la existencia de la vida. La mecánica cuántica ha explicado con éxito todo, desde las partículas subatómicas hasta los fenómenos estelares. No ha habido una teoría con mayor éxito.
No hay que perder de vista el hecho que la realidad de los "estados cuánticos" es diferente de la realidad que se adscribiría a un sistema de partículas ordinarias y que tales "estados cuánticos" son realidades físicas, aunque no puedan ser descritos con los conceptos de la física clásica.
Sin embargo, algunas algunas veces observamos como las cosas evolucionan de de mal a peor, como cuando una taza se rompe en fragmentos, pero no vemos recomponerse una taza a partir de los fragmentos: la segunda ley de la termodinámica dice que la entropía de un sistema fìsico cerrado no disminuye (es decir no tiende hacia el orden) con el paso del tiempo: la existencia en la práctica de un mayor número de formas de pasar del orden al desorden que del desorden al orden, origina una mayor probabilidad de ocurrencia de las condiciones típicas en las que el desorden se sigue con mayor facilidad con lo cual surge una “ilusión” de una ley de la naturaleza que produce desorden. Sin embargo, en un nivel fundamental, estas leyes poseen simetría temporal, según lo cual admitirían la inversión temporal de cualquier secuencia de acontecimientos permitida.
Y aunque se ha afirmado que el vincular las ideas de la mecánica cuántica con la realidad podría traer los peligros de una sobresimplificación epistemológica , que la realidad cuántica no tiene nada que ver con el mundo real de los procesos macroscópico y a que el nivel cuántico es tan microscópico que sus interacciones pueden ignorarse para todos los fines prácticos en el mundo macroscópico , al retomar el pensamiento de Heisenberg sobre la moderna física atómica "como un mero eslabón en la cadena infinita de los diálogos entre el hombre y la naturaleza", no se puede ignorar la gran cantidad de hechos divergentes existentes en la comunidad de físicos atómicos al buscar los fundamentos de la mecánica cuántica y la realidad.
Una cuestión paradójica en la mecánica cuántica surgió cuando Heisenberg relaciona el principio de incertidumbre con el problema filosófico del libre albedrío y considera que aquellos mecanismos del cerebro que son explicables por la mecánica cuántica, son de tipo no determinista, y por tanto, homologables a mecanismos físicos relacionados con un libre albedrío individual. ¿Y por qué es homologable la incertidumbre de una partícula con el libre albedrío? ¿No parece haber aquí un contrasentido en pretender explicar una jerarquía superior como la conductual a partir de una menor como lo es la de los átomos? ¿No estaremos frente a los peligros implícitos de la sobresimplificación epistemológica?
Una de las divergencias planteadas para vincular la conciencia con los conceptos de la mecánica cuántica proviene del hecho que cuando los físicos teóricos hablan de las partículas subatómicas, de las ondas y de los campos, se refieren a que de algún modo están mezclados los unos con los otros, pero sin explicar en términos categoriales la interacción de la materia inerte con el nivel biológico, ni la interacción de este con el nivel mental y así sucesivamente.
El comentar sobre los paralelismos entre la mecánica cuántica y la conciencia, puede conducir a pensar que habrá convergencia de los particulares modos de conocer de estas dos disciplinas en alguna coordenada común de la realidad.
Las características inherentes de cada uno de estos modos de conocimiento, de la física y de las neurociencias con el enfoque particular de la conciencia pueden ser interdependientes e interpenetrantes, pero teniendo en cuenta que las propiedades de la conciencia no pueden ser reducidas a las de la materia física.
Es importante tener en cuenta que la mecánica cuántica y la conciencia son conocidas por sus enfoques epistemológicos diferentes -por ser ambas relativas al conocimiento de mundos diferentes-, es decir, la contemplación -en el caso de la conciencia- por oposición a la percepción sensorial y al razonamiento conceptual -en el caso de la física-.
"Como la vista es al cuerpo, la razón es al espíritu. No hay nada en nuestra inteligencia que no haya llegado a ella por medio de los sentidos". Aristóteles
"End of transmission"
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