lunes, 10 de enero de 2011

KEPLER-10b EXOPLANETA ROCOSO



Otra buena noticia nos trae este año 2011. El telescopio espacial Kepler de la NASA ha encontrado al planeta más pequeño detectado hasta ahora fuera del Sistema Solar. Se trata de Kepler-10b, un exoplaneta rocoso de un tamaño similar a una Tierra y media.


El planeta está ubicado en la constelación del Cisne, a unos 560 años luz de la Tierra.

El descubrimiento ha sido posible gracias a los datos recogidos por el telescopio espacial durante más de ocho meses, desde mayo de 2009 hasta principios de enero de 2010.
“Las mejores capacidades de Kepler han convergido para aportar la primera evidencia sólida de un planeta rocoso que gira alrededor de una estrella que no es nuestro Sol —dice Natalie Batalha, delegada jefa del equipo científico de la misión Kepler en el Ames Research Center de la NASA, en Moffett Field, California (EE UU), y autora principal aceptado por la revista Astrophysical Journal.

El fotómetro ultrapreciso de la nave puede medir las pequeñas disminuciones que se producen en el brillo de una estrella cuando un planeta cruza por delante de ella. El tamaño del planeta se puede inferir de estas caídas periódicas en el brillo. Y la distancia entre el planeta y la estrella se calcula midiendo el tiempo entre descensos sucesivos mientras el planeta gira alrededor de la estrella.

Kepler es la primera misión de la NASA capaz de encontrar planetas del tamaño de la Tierra en o cerca de la zona habitable (la región en un sistema planetario en la cual puede existir agua líquida en la superficie del planeta). Sin embargo, puesto que describe su orbita una vez cada 0,84 días, Kepler-10b se encuentra a más de veinte veces más cerca de su estrella que Mercurio de nuestro Sol y no en la zona habitable.

Kepler-10 fue la primera estrella identificada que podría albergar un pequeño planeta en tránsito, con lo que se colocó a la cabeza de la lista de observaciones basadas en tierra con el telescopio de 10 metros del W. M. Keck Observatory, en Hawái (EE UU). Así se pudo medir pequeños cambios en el espectro de la estrella (efecto Doppler) causados por el revelador tirón ejercido por el planeta que giraba alrededor de la estrella.

“El descubrimiento de Kepler-10b, un auténtico planeta rocoso, es un hito importante en la búsqueda de planetas similares al nuestro —dice Douglas Hudgins, del programa científico de la misión Kepler en las oficinas centrales de la NASA en Washington—. A pesar de que no se encuentre en la zona habitable, el emocionante hallazgo muestra el tipo de descubrimientos realizados gracias a la misión y la promesa de que vendrán muchos más”.

Batalha añade: “Nuestro conocimiento del planeta es tan bueno como el conocimiento de la estrella en torno a la que gira”. Debido a que Kepler-10 es una de las más brillantes estrellas objetivo de la misión Kepler, los científicos han sido capaces de detectar variaciones de alta frecuencia en el brillo de la estrella generadas por las oscilaciones estelares, o terremotos estelares. “Este es el análisis que realmente nos ha permitido precisar las propiedades de Kepler-10b”.

“Tenemos una señal clara en los datos de las ondas de luz que viajan dentro del interior de la estrella”, comenta Hans Keldsen, astrónomo del Kepler Asteroseismic Science Consortium en la Universidad de Aarhus, Dinamarca. Los científicos de este centro utilizan la información para comprender mejor la estrella, del mismo modo que los terremotos se utilizan para aprender acerca de la estructura interior de la Tierra. “Como resultado de este análisis, Kepler-10 es una de las estrellas que pueden albergar planetas mejor caracterizadas en el universo cerca de nuestro Sol”, apunta Kjeldsen.

En el caso de Kepler-10b, el panorama que se dibuja es el de un planeta rocoso con una masa de 4,6 veces la de la Tierra y con una densidad media de 8,8 gramos por centímetro cúbico (similar a la de una pesa de gimnasia de hierro).

"A veces creo que hay vida en otros planetas, y a veces creo que no. En cualquiera de los dos casos la conclusión es asombrosa". Carl Sagan

"End of transmission"


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