viernes, 27 de febrero de 2015

EN BUSCA DE SPOCK: LARGA VIDA Y PROSPERIDAD



El actor Leonard Nimoy (Mr. Spock) en la serie Star Trek y las películas de la franquicia, ha muerto a los 83 años de edad, según informan medios estadounidenses. Su mujer, Susan Bay Nimoy, ha confirmado el fallecimiento. Nimoy sufría una enfermedad pulmonar obstructiva crónica, diagnosticada hace meses, por la que había sido hospitalizado a principios de semana tras sufrir una serie de dolores en su pecho.
El actor hizo público en 2014 que padecía un problema pulmonar crónico que atribuyó a sus años de fumador, un hábito que dejó hacía más de 30 años.
Aunque fue la saga de Star Trek la que le lanzó a la fama, sus inquietudes artísticas eran múltiples y abarcaban la poesía, fotografía y música. Pero fue su encarnación de Spock —un mestizo, fruto del amor entre una humana y un vulcaniano— la que le convirtió en inmortal.
Para honrar la memoria del actor y recordar al famoso personaje, esta es una de sus más populares frases: 

"Las necesidades de muchos superan las necesicades de pocos, o de uno".

"Larga vida y prosperidad donde te encuentres, amigo Vulcano".


"End of transmission".






miércoles, 25 de febrero de 2015

VISITANTES DE LA GALAXIA



Son alienígenas, pero no hicieron contacto con el Homo Sapiens. Un equipo de astrónomos de Estados Unidos, Europa, Chile y Sudáfrica ha determinado que hace 70.000 años una estrella tenue recientemente descubierta probablemente pasó a través de la parte exterior de la nube de cometas del Sistema Solar. No se conoce otra estrella que se haya aproximado tanto al Sistema Solar; cinco veces más cerca que la estrella actualmente más cercana, Próxima Centauri.
En el estudio, el autor principal Eric Mamajek astrónomo de la Universidad de Rochester y sus colaboradores analizaron la velocidad y trayectoria de un sistema binario de masa baja apodado “estrella de Scholz”.
La trayectoria de la estrella binaria sugiere que hace 70.000 años pasó a aproximadamente 52.000 UA (unidades astronómicas, la distancia media entre la Tierra y el Sol) de distancia, unos 0,8 años-luz, o alrededor de 8 billones de kilómetros. Es astronómicamente cerca; nuestra estrella vecina más cercana es Próxima Centauri, que se encuentra a
 4,2 años-luz de distancia. De hecho, los astrónomos explican que están un 98% seguros de que pasó a través de lo que se conoce como la “nube de Oort exterior”; una región en el borde del Sistema Solar llena de billones de cometas de 1,5 km o más de diámetro que se piensa dan lugar a los cometas de periodo largo que orbitan el Sol después que sus órbitas son perturbadas.

Originalmente, la estrella capturó la atención de Mamajek durante una discusión con el coautor Valentin D. Ivanov, del Observatorio Europeo Austral (ESO). La estrella de Scholz tenía una mezcla poco usual de características: a pesar de estar muy próxima (a solo 20 años-luz de distancia), mostraba un movimiento tangencial (su movimiento a través del cielo) muy lento. Sin embargo, las mediciones de la velocidad radial tomadas por Ivanov y sus colaboradores mostraron que la estrella se movía casi directamente alejándose del Sistema Solar a una velocidad considerable.
“La mayoría de las estrellas a esta cercanía muestran un movimiento tangencial mucho mayor”, dice Mamajek. 
“El pequeño movimiento tangencial y la proximidad indicaron inicialmente que la estrella estaba muy probablemente moviéndose hacia un encuentro cercano futuro con el Sistema Solar, o que se había acercado ‘recientemente’ al Sistema Solar y que se estaba alejando. En efecto, las mediciones de la velocidad radial eran consistentes con que se estaba alejando de la vecindad del Sol, y nos dimos cuenta de que debe haber tenido un paso cercano en el pasado”.

Para calcular su trayectoria los astrónomos necesitaron ambos datos; las velocidades tangencial y radial. Ivanov y sus colaboradores habían caracterizado la estrella recientemente descubierta a través de la medición de su espectro y velocidad radial mediante el desplazamiento Doppler.
Estas mediciones se realizaron usando espectrógrafos en grandes telescopios en Sudáfrica y Chile: el Gran Telescopio Sudafricano (SALT) y uno de los telescopios Magallanes en el Observatorio Las Campanas, respectivamente.
Una vez que los investigadores reunieron toda la información descubrieron que la estrella de Scholz estaba alejándose del Sistema Solar y rastrearon su posición hacia atrás en el tiempo a 70.000 años atrás, cuando sus modelos indicaron que se acercó al Sol.
Hasta ahora, el mejor candidato para el mayor acercamiento de una estrella al Sistema Solar era la estrella HIP 85605, que se predice que se acercará al Sistema Solar en unos 240.000 a 470.000 años más. Sin embargo, Mamajek y sus colaboradores también han demostrado que la distancia original a HIP 85605 probablemente fue subestimada por un factor de diez. Con su distancia más probable –unos 200 años-luz– la nueva trayectoria calculada de HIP 85605 no la traería dentro de la nube de Oort.   




Mamajek trabajó con Scott Barenfeld, entonces estudiante de la Universidad de Rochester, para simular 10.000 órbitas de la estrella, tomando en cuenta la posición, distancia y velocidad de la estrella, el campo gravitacional de la Vía Láctea, y las incertezas estadísticas en todas estas mediciones. De esas 10.000 simulaciones, el 98% de ellas mostró a la estrella atravesando la nube de Oort exterior, pero afortunadamente solo una de las simulaciones mostró a la estrella pasando dentro de la nube de Oort, lo que podría desencadenar “lluvias” de cometas.
Aunque el paso cercano de la estrella de Scholz probablemente tuvo un impacto pequeño sobre la nube de Oort, Mamajek señala que “otros ‘perturbadores’ de la nube de Oort dinámicamente importantes pueden merodear entre las estrellas cercanas”. Se espera que el satélite Gaia de la Agencia Espacial Europea (ESA) calcule las distancias y mida las velocidades de mil millones de estrellas. Con los datos de Gaia, los astrónomos serán capaces de determinar qué otras estrellas pudieron haber tenido un encuentro cercano con nuestro sistema en el pasado o cuáles lo harán en el futuro lejano.

Actualmente, la estrella de Scholz es una enana roja tenue en la constelación de Monoceros, a unos 20 años-luz de distancia. Sin embargo, en el punto más cercano de su aproximación al Sistema Solar, la estrella de Scholz habría sido una estrella de magnitud 10; unas 50 veces más débil de lo que normalmente podemos ver a simple vista durante la noche. No obstante, es una estrella magnéticamente activa, lo que puede causar que las estrellas “destellen” y brevemente se vuelvan miles de veces más brillantes. Así que es posible que la estrella de Scholz pueda haber sido visible a simple vista para nuestros ancestros hace 70.000 años por horas o minutos durante uno de esos raros eventos de destello.
La estrella es parte de un sistema binario: una estrella enana roja de masa baja (un 8% de la masa del Sol) y una compañera enana marrón (con una masa de 6% la del Sol). Las enanas marrones son consideradas “estrellas fallidas” debido a que sus masas son demasiado bajas para fusionar hidrógeno en sus núcleos como una estrella, pero son mucho más masivas que los planetas gigantes gaseosos como Júpiter.

La designación formal de la estrella es “WISE J072003.20-084651.2”, pero fue apodada “estrella de Scholz” en honor a su descubridor –el astrónomo Ralf-Dieter Scholz del Leibniz-Institut für Astrophysik Potsdam en Alemania– quien fue el primero en reportar el descubrimiento de la estrella a finales de 2013. En la designación, “WISE” se refiere a la misión Wide-field Infrared Survey Explorer (WISE) de la NASA, la que mapeó el cielo completo en infrarrojo en 2010 y 2011, y la letra “J” acompañada del número se refiere a las coordenadas celestes de la estrella.



"Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas". Rabindranath Tagore

"End of transmission".






viernes, 20 de febrero de 2015

MAS ALLA DE LA CUARTA DIMENSION



Parafraseando la famosa "Más allá de la cuarta dimensión", de ese grande de la ovnilogía y fenómenos anómalos, Fabio Zerpa, que allá por las décadas de los 60 y 70, supo introducir "dudas" sobre la realidad que veíamos, cabe hoy la pregunta: ¿Que hay mas allá de la dimensión Tiempo?. Tenemos un universo con más dimensiones de las que conocemos y  podríamos movernos en otras direcciones e incluso tomar atajos en el tiempo. Albert Einstein y otros físicos emprendieron hace 100 años la búsqueda de las dimensiones ocultas, siguiendo sutiles pistas escondidas en la naturaleza. ¿Hacia dónde mirar si todo lo que conocemos es tridimensional? Pensaron que, tal vez, en el universo que observamos debería haber señales de la cuarta dimensión, sucesos inexplicables originados más allá de lo conocido.

Buscando esos sucesos inexplicables, estudiaron la teoría de la gravedad, de donde surgió la primera pista: curiosamente, esta fuerza es la más débil de todas las existentes. E imaginaron que la razón es que la gravedad se extiende a todas las dimensiones, las conocidas y las desconocidas. Para entenderlo, comparemos la fuerza de gravedad con un chorro de agua: si el agua cae (verticalmente) de la regadera solo por uno de sus agujeros, la presión es mayor que si sale por todos los orificios distribuidos en horizontal. Es decir, la fuerza del agua es mayor en una dimensión (vertical) que en dos (vertical y horizontal). Análogamente, la gravedad sería más débil si viviéramos en un universo con dimensiones adicionales.
 
Pero si hubiera una sola dimensión extra parecida a las que nos son familiares, la gravedad podría ser incluso más débil de lo que es, evitando la formación de planetas y galaxias. Nada sería igual. Quizá deberíamos concluir entonces que no existen otras dimensiones. Pero ¿y si fueran diferentes de las que nos son familiares?. Esa fue la pregunta que se hicieron el físico, matemático y políglota alemán Theodor Kaluza y el físico sueco Oskar Klein, ganador de la medalla Max Planck en 1959.
Motivados por la sospecha de que una dimensión adicional podría explicar el origen del electromagnetismo y de la gravedad, ambos condujeron a la ciencia hacia un territorio inexplorado. Para entonces, en los años 20, Einstein había descrito la gravedad como resultado de las curvas, valles y agujeros invisibles de la gran figura geométrica que forma nuestro universo. La imagen concebida por Einstein, similar a la de un enorme pantano con múltiples arenas movedizas que, aunque no se perciben a simple vista, atrapan a cualquier objeto que se acerca, permite entender por qué la Tierra está atrapada por el Sol, y la Luna por la Tierra. En ese escenario, los investigadores imaginaron que esas otras dimensiones podrían ser tan pequeñas como para escapar a cualquier detector construido por el ser humano. Una manera de apreciar cómo las dimensiones de Kaluza y Klein llegaron a ser diminutas es imaginando un origen distinto para el mundo tridimensional .

Nuestro universo podría haber sufrido una transición al principio del cosmos, hace casi 14.000 millones de años; haber tenido una o más de esas dimensiones “compactadas”. Los seres que vivimos aquí parecemos tridimensionales, pero podríamos ser cuatridimensionales, capaces incluso de entrar y salir de la cuarta dimensión.
La primera consecuencia de esta idea era natural: de haber dimensiones tan pequeñas, ante nuestros “gigantescos” ojos, la gravedad sería como la conocemos. Pero la segunda consecuencia fue una sorpresa: un universo con semejantes dimensiones debe estar poblado por pequeñísimas partículas muy pesadas, más que cualquier otra partícula conocida, que conviven con microagujeros negros. Los físicos del CERN que investigan los orígenes del Universo esperan que en 2015 puedan obtenerse, gracias al LHC, las primeras pruebas concretas de estas “dimensiones ocultas”. Los físicos del CERN creen que al analizar los datos del acelerador podrían encontrar rastros de que alguna partícula “desaparece” durante un brevísimo lapso de tiempo, para luego aparecer nuevamente. Si ello ocurre, una de las explicaciones posibles sería que la partícula en cuestión se ha “deslizado” a alguna de estas dimensiones ocultas para luego volver al universo que todos conocemos.




"Las partículas no desaparecen, simplemente cambian, y cambian, y cambian de nuevo".


"End of transmission".







martes, 3 de febrero de 2015

MAS ALLA DE LA CIENCIA FICCION-III



Interstellar es una película de ciencia ficción muy útil para ilustrar la dilatación temporal gravitatoria y los agujeros negros en rotación de Kerr. En la película, la humanidad no tiene futuro, pero "Ellos" nos regalan un futuro (si no, no habría película). "Ellos" viven en un espaciotiempo de cinco dimensiones paralelo a nuestro espaciotiempo de cuatro dimensiones. Ellos han creado un agujero de gusano que conecta nuestra galaxia con otra galaxia (no sabemos si de nuestro universo o de algún otro universo paralelo). El punto de entrada está en las cercanías de Saturno (claro homenaje a 2001: Una odisea en el espacio de Arthur C. Clarke y Stanley Kubrick). El punto de salida está en un sistema planetario con siete planetas en órbita alrededor de un agujero negro supermasivo.

Cooper (el protagonista principal) en el interior de Gargantúa (el agujero negro) usa curvas espaciotemporales cerradas para comunicarse con su hija. ¿Hay este tipo de curvas en el interior del agujero negro de Kerr? Sí, las hay, pero no son estables. Quizás "Ellos", capaces de estabilizar un agujero de gusano, también son capaces de estabilizar estas curvas espaciotemporales cerradas. ¿Podrían ser necesarios “datos cuánticos” para entender la gravedad cuántica? Quien sabe, quizás sí, quizás no. El profesor Brand y Murph, hija de Cooper, (ambos en la Tierra) parecen haber desarrollado una teoría cuántica de la gravedad con ciertos parámetros libres; quizás la única manera de concretar estos valores es obtener ciertos datos cuánticos cerca de la singularidad de un agujero negro de Kerr.   


Cuando se habla del teseracto, lugar donde Cooper aparece luego de caer en la curva cerrada del agujero negro ( se define el teseracto como un cubo desfasado en el tiempo, es decir, cada instante de tiempo por el cual se movió pero todos ellos juntos. Por supuesto no podemos ver un hipercubo en la cuarta dimensión, ya que solo se verían los puntos que tocan nuestro universo, así que con suerte veríamos un cubo común únicamente en el caso que el hipercubo toque el espacio 3D en forma paralela a una de sus hipercaras. En cualquier otro caso veríamos una poliedro irregular al igual que un cubo interseca por una plano en múltiples figuras.No podemos ver un hipercubo porque estamos sujetos a tres dimensiones, por lo que solo podemos ver la proyección de lo que seria un hipercubo. Se parece a dos cubos anidados, con todos los vértices conectados por líneas. Pero en el teseracto real de cuatro dimensiones todas las líneas tendrían la misma longitud y todos los ángulos serían ángulos rectos), está Cooper en las famosas dimensiones extras. 

De las mismas, podemos decir que el Universo, tendría tres dimensiones espaciales visibles y seis ocultas, según un nuevo modelo teórico elaborado por Andreas Karch, de la Universidad de Washington, y Lisa Randall, de la Universidad de Harvard. Habría asimismo otros universos con siete dimensiones espaciales visibles y dos compactas, según el mismo modelo, que demuestra teóricamente que la naturaleza favoerece la creación de universos con tres o siete dimensiones visibles, sin recurrir a otras combinaciones. Los resultados de esta investigación han sido publicados en Physical Review Letters. Según la Teoría de las Supercuerdas, el Universo tiene como mínimo diez dimensiones, nueve dimensiones espaciales y una temporal, pudiendo elevarse a once el numero de dimensiones posibles según te Teoría M. Sin embargo, hasta ahora no se sabía si las combinaciones de estas dimensiones podían ser aleatorias (dos espaciales, siete ocultas, cuatro espaciales, tres ocultas…) o respondían a un patrón cósmico. 
Lo que han hecho Karch y Randall es utilizar las matemáticas para calcular cómo habría sido la formación del Universo inmediatamente antes y después del Big Bang, esa gran explosión cósmica que se cree dio origen a la vida, la materia y el pensamiento. Y descubrieron que la evolución del Universo responde a un patrón numérico para determinar las dimensiones que estructuran cada manifestación física. En una realidad tridimensional, fuerzas como el electromagnetismo (la interacción electromágnetica es la que se da entre las partículas con carga eléctrica) operan sólo tridimensionalmente y se comportan según las leyes tradicionales de la física: su fuerza disminuye con la distancia. Pero los investigadores señalan que, en el caso de la gravedad, ésta atraviesa todas las dimensiones, incluso aquéllas que no reconocemos con nuestra percepción. 
Según ellos, la fuerza de la gravedad, en las siete dimensiones, disminuiría mucho más rápidamente que en el mundo de tres dimensiones. Una alteración de este tipo en la gravedad, generaría una realidad tremendamente extraña: por ejemplo, no habría planetas que girasen alrededor del Sol con órbitas estables. No se puede definir cómo sería ese mundo de siete dimensiones, porque es imposible de imaginar para nuestra percepción, pero en cualquier caso, los sistemas planetarios no existirían tal y como los conocemos.

¿Qué habría al otro lado del universo? Según Karch, en un mundo de siete dimensiones la fuerza de la gravedad sería muy débil, y no habría planetas orbitando alrededor de estrellas.

La vida, e incluso la existencia tal y como la conocemos, no podría desarrollarse en ese tipo de universos. La posibilidad de tener galaxias, estrellas y sistemas planetarios hace a nuestro Universo el más interesante y complejo de la diversidad dimensional.


Tenemos que ir más allá de nuestra propia existencia, no podemos pensar como individuos, sino como especie. Hemos llegado más lejos que cualquier humano en la historia, pero no lo suficiente.
El amor es lo único que somos capaces de percibir que trasciende las dimensiones del tiempo y del espacio. Estamos aquí para ser los recuerdos de nuestros hijos.  Interstellar



"End of transmission".